En la versión argentina, la historia comienza en una noche lluviosa dentro de “subte” que iba de la estación Retiro a otra estación en las periferias de Buenos Aires. Un hombre que viajaba al ver a una hermosa joven que viajaba parada frente suyo, se corrió hacia un costado para hacer lugar y la invitó a sentarse al lado suyo, a lo cual la joven accedió.
De inmediato, previa presentación, entablaron una amena conversación, hasta que unos 25 minutos después, al llegar a una estación, la joven se levantó y le anunció que allí se bajaría, a lo que el hombre se ofreció a acompañarla y bajó con ella. Al salir de la estación, como estaba lloviendo torrencialmente la cubrió con su perramo, una prenda de vestir masculina en forma de abrigo y confeccionada en gabardina, que sirve especialmente para protegerse de la lluvia, y así fueron caminando.
Fueron caminando hasta llegar a un camino que por lo estrecho no circulaban automóviles. Al llegar a un estrecho puente peatonal, la joven le dijo que hasta allí la podía acompañar, no sin antes indicarle dónde quedaba su casa, a no más de 50 metros del lugar. Para tener una excusa de poder volver a verla, le dijo que se quede con su perramo y que otro día pasaría a buscarlo, y fue así que la joven fue caminando hasta entrar a la casa mientras el hombre la observaba.
Pasaron dos días, y como era sábado, el hombre fue a la casa de la joven para reclamar su prenda de vestir, aunque en verdad era otra la atención, verla de nuevo. Al golpear la puerta le atendió una señora de unos 50 años quién le preguntó que deseaba, el hombre le preguntó por la joven, pongámosle de nombre Julia, a lo que la mujer le respondió que era su mamá, pero que era imposible porque su hija había fallecido en un accidente de tren hacía ya 5 años.
Al hombre se le heló la sangre, aun así no creyó lo que estaba escuchando. Entonces, la mujer, al darse cuenta de que el hombre dudaba de lo que le había dicho, le invitó a pasar, y llevándolo a la sala le mostró una foto de su hija fallecida. Era la misma joven que conoció y llevaba el mismo vestido.
Sorprendido y asustado, le comentó a la mujer lo sucedido con el perramo; entonces la mujer, para que el incrédulo hombre salga de toda duda, lo invitó para ir al cementerio para ver la tumba de Julia, su hija. Grande fue la sorpresa, que al llegar se percataron que sobre la tumba estaba el perramo bien doblado.
En Paraguay
En Paraguay ocurrió lo mismo, solo que con un taxista de una parada ubicada frente al cementerio de la Recoleta en Asunción, en donde una noche igualmente lluviosa, una joven abordó el taxi y le pidió al taxista que la lleve a una determinada dirección. Al alcanzar una esquina le pidió que se detenga, pues allí se bajaría y seguiría aminando un poco menos de una cuadra.
Como estaba lloviendo a cántaros, le ofreció prestado su piloto impermeable diciéndole que luego pasaría a buscarlo, a lo que la joven aceptó el ofrecimiento y le indicó la dirección exacta. A partir de este punto del relato, ya todos saben cómo siguió y acabó la historia, con la diferencia de que el cementerio fue el de la Recoleta, y de que varios taxistas de esa parada, dieron testimonio de lo sucedido, identificando inclusive al protagonista, quien según dijeron, nunca más volvió trabajar en horas de la noche.
Redacción Radio Imperio 106.7 FM