Dice el profeta Ezequiel, recordándonos cuán misericordioso es Dios: «Nuestros crímenes y nuestros pecados cargan sobre nosotros y por ellos nos consumimos, ¿podremos seguir con vida? “Por mi vida -oráculo del Señor-, juro que no quiero la muerte del malvado, sino que cambie de conducta y viva» (Ez 33, 10b. 11a).
La Iglesia propone que en los días que median entre el Domingo de Ramos y el Triduo Pascual -Lunes, Martes y Miércoles Santos-, los fieles tengan la oportunidad de meditar en aspectos muy importantes de la persona de Jesús, en quien habrán de cumplirse todas las profecías sobre el Mesías.
Se trata de una costumbre o tradición muy hermosa que nos puede acercar más a lo que el Señor fue experimentando a medida que pasaban los días y se acercaba su hora definitiva.
El título “Lunes de Autoridad”, concedido al segundo día de la Semana Santa, tiene su origen en esta tradición que, aunque un poco olvidada, vale la pena conocer o rescatar.
Hoy, lunes, por ejemplo, Jesús nos enseña que su autoridad tiene a su amor misericordioso como único fundamento. No proviene de la violencia y no inspira miedo. Todo lo contrario.
En esa línea, los dos días restantes entre el Domingo de Ramos y el Triduo Pascual tienen también su propio nombre y temática, a través de los cuales se puede profundizar aún más en los misterios de la ‘Semana Mayor’ para acompañar de cerca a Jesús. Así como el Lunes Santo recibe el nombre de “Lunes de la Autoridad”, el Martes Santo es el “Martes de la Controversia”, y el Miércoles Santo, “Miércoles de la Traición”.
ACI Prensa