Solamente un inmenso pesar humano, por tanta maldad, soberbia, complicidad y permisividad en las que nos toca vivir.
El dolor que se causa, es irreversible, la razón para provocarlo no se justifica.
No hay razón que justifique el odio, nada bueno puede surgir de él.
Nadie gana: el dinero se acaba, las pasiones se apagan y la culpa se paga.
Que la familia Acevedo Quevedo encuentre esperanza en la infinita misericordia de Dios.
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