Expuesto a un resultado, por qué no similar al que acusó en Porto Alegre, Olimpia cayó con el gol de Yuri Alberto cuando se jugaban 82’ minutos.

Era el gol que merecidamente le correspondía a Inter, que tomó el protagonismo desde el inicio mismo, apropiándose del trámite y de las acciones de avanzada.

Con un fútbol más elaborado y mejor sincronizado, el equipo rojo tuvo las mejores propuestas de ofensiva, contrastando con un Olimpia casi inoperante arriba.

Su nivel de desempeño era parecido al de un equipo que juega de visitante y que opta por resguardarse atrás, antes que salir al frente y arriesgar a que le llenen la canasta.

No pesó nunca arriba. Cuando Sergio Orteman se dio cuenta de que necesitaba hombres de oficio de ataque, envió a la cancha a Néstor Camacho e Isidro Pitta.

Pero este último fue uno menos en cancha. Con piernas de cristal, su presencia fue de lo más irrelevante. Se jugó prácticamente al azar, esperando a ver qué salía por imperio de la casualidad.

Para agravar el panorama, por doble amarilla se fue expulsado Saúl Salcedo, el refuerzo estrella del año. Ello coronó la mediocridad del juego franjeado que no soportó el asedio y terminó cediendo ante la presión del rival.

Ahora, virtualmente eliminado queda colero en el Grupo B. Para pretender pasar a Octavos necesita golear a Táchira, pero esa opción es casi inviable, mirando el nivel de sus futbolistas y el rendimiento paupérrimo que no da garantías.

Le queda la más cercana alternativa de ingresar como tercero a la Sudamericana, pero así como se muestra, ello hasta sería un premio injusto e inmerecido.