Visiblemente sorprendido por la situación, ya que afirmó no saber que contaba con una orden de captura debido a que nunca fue notificado, el pastor dijo que la asistente fiscal, Carmen Morínigo le había amenazado que terminaría con su iglesia si no se mudaban del lugar debido a que se halla ubicada frente a la residencia de la misma, y que iba a utilizar todas sus influencias como asistente fiscal para lograrlo.
Según explicó, la orden de captura era a fin de prestar declaración ante la Fiscalía sobre un supuesto hecho polución sonora generada durante los cultos. Dijo también, que hace un par de años atrás, en otro episodio, Carmen Morínigo y su marido invadieron el culto, ocasión en que el hombre agredió físicamente a una feligresa. Aclaró haber decidido no denunciar el hecho atendiendo a que su misión es la de servir a la comunidad llevándoles la palabra de Dios y asistiendo a los más necesitados.
Lo lamentable en todo esto, es que por una causa leve que ni siquiera tiene pena carcelaria, inclusive multa, una persona tenga que ser tratada como delincuente nada más y nada menos que por representantes de la sociedad, en este caso, el Ministerio Público.
Informe: Luís Octavio
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