Me duele en el alma, lo que sufrió ese pequeño indefenso, superado por sus agresores ¡y lo peor, en su escuela!
Sus papás le llevan y le buscan todos los días, su mayor preocupación es que lleve las tareas hechas, aprenda algo nuevo y socialice.
Jamás imaginaria nadie, que en un espacio supuestamente seguro, habitan unas pobres criaturas, carentes de amor, carentes de cuidado, carentes de la presencia y el acompañamiento de sus padres.
Pobres criaturas: violentas, enfermas, nocivas, dañinas; ocultas tras marcas de ropas, viajes y autos caros.
Pobres criaturas, hijos de padres ausentes, probablemente violentos, envueltos en vicios, enfermos, ignorantes de amor, con la única capacidad de sacar criaturas enfermas a la sociedad.
Duele el alma suponer el dolor de sus víctimas y de sus padres, estos pesares cuestan curar.